JuanC
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La propuesta de los coches electrificados ya lleva una buena temporada con nosotros, un planteamiento con el fin de impulsar la movilidad sostenible, lo que ello lleva, al mismo tiempo, al proceso de la conocida como descarbonización de la movilidad. Este es un proceso que está en constante movimiento y, aunque poco a poco se empiezan a ver los resultados, aún queda mucho camino por recorrer para que este hecho sea totalmente completado. Conocemos de qué trata, cómo es y qué medidas existen.
La descarbonización de la movilidad es obligada
Uno de los desafíos ambientales y sociales más difíciles de nuestro tiempo es la gestión de la movilidad de las personas y los bienes. Según las estimaciones, en 2030 el tráfico de pasajeros superará los 80.000 millones de pasajeros, un aumento de 50%, mientras que el volumen de carga crecerá en 70% a nivel mundial.
En lugares de rápido crecimiento, como India, China, África al sur del Sahara y Asia sudoriental, miles de millones de personas tendrán expectativas de estilo de vida más altas y nuevas aspiraciones en materia de movilidad.
Esto al tiempo que aproximadamente un cuarto de los bienes y servicios que se desplazan alrededor del mundo a través de vías marítimas y carreteras. A nivel mundial, se espera que el número de vehículos se duplique en las carreteras en 2050. Es por esto que se apuesta tanto por los nuevos tipos de movilidad sostenible, la también conocida como descarbonización de la movilidad.
En España esto no es muy diferente a lo que están haciendo en otros países del continente europeo. Y es que los hábitos actuales de movilidad urbana se caracterizan por una expansión urbana continua y una dependencia creciente respecto al coche. De ahí nace este proceso con el fin de reducir los impactos negativos asociados a la creciente movilidad urbana y promover modos de transporte más ecológicos. Habilitar recursos, implantar medidas y cambiar tendencias.
En qué consiste
Pero empecemos por el principio. En nuestro país, la actividad del transporte es la que genera un mayor volumen de emisiones. Durante los últimos 15 años este sector sólo ha reducido sus emisiones un 8%, mientras que los otros dos grandes sectores emisores -la generación eléctrica y la industria.
Por esta razón, y cada vez con más ahínco y propuestas serias al respecto, se han producido nuevas maneras de establecer esta reducción de las emisiones. Esto se comprende, en buena forma, con importantes soluciones técnicas para su descarbonización, alcanzando así los objetivos nacionales de reducción de emisiones.
Entonces, ¿en qué consiste o en que se basa esta descarbonización de la movilidad? Como tal, es el conjunto de procesos y acciones orientados a conseguir el uso racional de los medios de transporte, tanto de particulares como de profesionales. El objetivo último es reducir el número de vehículos que circulan a diario, generan contaminación y, además, reducen significativamente las reservas fósiles del planeta.
Todo para que seamos capaces de desplazarnos generando un impacto ambiental mínimo. Hacia ello, esta debe volverse una prioridad para los gobiernos y los ciudadanos, ya que depende de todos trabajar en beneficio del medio ambiente. Y ahí, por supuesto, el papel de la automoción es clave, con cada vez más y diferentes alternativas a los combustibles fósiles de la gasolina y el diésel: eléctricos, híbridos, a gas licuado de petróleo, natural, de hidrógeno…
El papel de la automoción
Este esfuerzo en la descarbonización de la movilidad se presenta como un cambio estructural que, a su vez, aportará oportunidades económicas. En esta nueva década, los planes europeos y español priorizan incorporar a la generación eléctrica a dos grandes sectores: la eficiencia energética, especialmente de edificios, y la descarbonización del transporte, sobre todo el terrestre. Y aquí la automoción se convierte en protagonista.
Esto se vio a través del acuerdo alcanzado por los países europeos en el llamando Acuerdo de París de 2015. Entonces, alcanzaron un acuerdo histórico para combatir el cambio climático y acelerar e intensificar las acciones e inversiones necesarias para un futuro sostenible con bajas emisiones de carbono.
En este sentido, lograr cumplir con el objetivo de ese acuerdo pasa por tener un transporte libre de combustibles fósiles en la mayor parte del planeta, a más tardar, en 2050. El desafío es enorme teniendo en cuenta que existen más de 1.200 millones de coches, motocicletas y furgonetas que utilizan derivados del petróleo para funcionar.
Retos a cumplir
Sí, es verdad que cada vez más los coches que funcionan con sistemas eléctricos son más, y que actualmente son los que más se buscan por parte de los usuarios, pero aún es insuficiente. Es por ello que hoy en día se encuentran con él tres retos para agilizar el proceso de la descarbonización de la movilidad, las cuales entran dentro de las medidas y soluciones que ya se llevan a cabo por las distintas ciudades.
- Renovación del parque automovilístico. Este es un factor clave, una medida imprescindible para reducir la contaminación. El cambio por una movilidad más limpia debe suponer implicaciones en todos los niveles. Los planes de ayuda estatales a la compra de vehículos sostenibles son un paso fundamental. Bajar la edad media de los vehículos entra dentro del planteamiento, con España siendo uno de los más viejos (13,1).
- Eliminación de los motores de combustión. Con fechas vistas a 2035, el sector de la automoción está involucrada de lleno en ir dejando atrás los viejos motores de combustión para que en ese tiempo se pueda ir completando su eliminación total. Un reto que, obviamente, debe acompañarse de una red de recarga viable y eficaz. Las energías renovables serán esenciales en este objetivo.
- Reaprovechamiento de componentes. Casi en paralelo con la eliminación de los motores a combustión, el reciclaje y el reaprovechamiento de los componentes resulta clave para alcanzar los ambiciosos planes ambientales. El sector de la automoción tiene un largo historial en el reciclaje, refabricación y reutilización de componentes. La economía circular ya permite recuperar hasta el 95% de las partes de un automóvil, volviéndose a emplear en la industria o destinándolas a otros fines.
Estos retos no son fáciles, ni basta con desear superarlos para que se consiga. Un cambio estructural es una idea muy atractiva pero muy compleja. Y por ello, lo primero que una sociedad que trabaja junta ha de recordar es que los problemas y oportunidades comunes exigen responsabilidades comunes. En este caso, las empresas han de realizar su tarea; los ciudadanos, asumir su parte de compromiso y, finalmente, las administraciones han de facilitar los medios.
Medidas y soluciones
Es verdad que no toda la contaminación corre a cargo del transporte (actualmente se manejan cifras del 40% de responsabilidad) de las grandes ciudades, pero sí que es el que más posibilidades tiene de autogestionarse. Esto, a su vez, implica un compromiso por parte de las administraciones.
Un marco en pro de la descarbonización de la movilidad que incluye diferentes propuestas a modo de medidas y soluciones con el fin de que esto se lleve a cabo. Así, esto engloba a la que es la política de movilidad urbana sostenible, la cual tiene como finalidad garantizar un equilibrio a largo plazo entre las necesidades de movilidad y el medio ambiente.
En los últimos años, los gobiernos nacionales y regionales han aplicado diferentes medidas para tratar de frenar los efectos de la contaminación y disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero, provocadas por los motores de los automóviles y la industria. Cambios que ya han empezado a ser una realidad en Madrid o Barcelona, donde el uso de vehículos y medios de transporte sostenibles comienza a proliferar entre los usuarios.
Convertir las energías limpias en protagonistas
Esta, probablemente sea una de las medidas que mejor están funcionando en España y en los distintos países de Europa. No es otra que la de convertir a las energías limpias en protagonistas de la mejora de la calidad del aire. Y es que, la contaminación atmosférica en los centros urbanos se ha convertido en una de las prioridades de los planes de movilidad sostenible de los ayuntamientos por las graves consecuencias que puede tener en la salud de las personas.
Por ello, el uso de energías limpias como el autogas (GLP o GNC) o el biopropano, son alternativas que pueden conseguir grandes resultados ambientales. Tanto es así que se ha demostrado que, además de los que pueden ser los coches que funcionan con baterías, los vehículos propulsados por motores de autogas reducen hasta un 90% las emisiones contaminantes. Además, su precio es entre un 40 y un 50% inferior al de los combustibles convencionales.
Plan de acción dirigido a mejorar las infraestructuras de transporte público
En conjunto con las soluciones ya propuestas de las ciudades, se encuentra el que es el plan de acción dirigido a mejorar las infraestructuras de transporte público. Esta entra dentro de la utilización de vehículos no contaminantes. Una medida que se está llevando a cabo en algunas ciudades españolas como Madrid, Barcelona o Valencia, donde se presenta fundamental el modernizar y extender la red ferroviaria.
A esta medida se suma la importancia de la mejora de los trenes de cercanías en el ámbito interurbano y el uso del metro (en aquellas ciudades en las que sea posible por su distribución y tamaño) como primera opción de los ciudadanos para desplazarse por motivos laborales en las denominadas horas puntas.
Esta, entrando de lleno en la estrategia de la descarbonización de la movilidad urbana sostenible, hace hincapié en la necesidad de disuadir del uso del coche privado en favor de otros métodos no contaminantes, especialmente los no motorizados. No obstante, es fundamental aprovechar todas las instalaciones de las que ya se disponen y aplicar sistemas sostenibles que dependan de las mencionadas energías limpias.
Movilidad compartida
Por supuesto; si apostamos ya por otros métodos no contaminantes, también tenemos que hacerlo en la posible dirección a favor de la movilidad compartida. Esto se ha hecho en base a que el uso del vehículo privado ha sido regulado en diferentes ciudades de manera restrictiva, limitando incluso su acceso a determinadas zonas.
Esto tiene como objetivo que el tráfico disminuya y se reduzca la contaminación atmosférica y acústica. Todo a la vez que mejora la calidad de vida en los núcleos urbanos. Por ello, es importante fomentar un uso racional de vehículo privado, así como apostar por la utilización de sus homólogos compartidos.
Hay estudios que calculan que el 40% del tráfico localizado en el centro de una ciudad se debe a la búsqueda de aparcamiento. Cuando se comparte coche con otras personas se evitar que cada una de ellas conduzca un vehículo. De esta forma se reduce el tráfico y la emisión de gases contaminantes.
Infraestructuras para mejorar la movilidad
Para que pueda imponerse el uso de vehículos menos contaminantes hacia la que es esta descarbonización de la movilidad, es imprescindible que se creen nuevas alternativas e infraestructuras que mejoren la movilidad urbana y que ayuden a reorganizar y optimizar los flujos de circulación.
Es lo que está sucediendo en países como Alemania, Francia o Italia, donde el trazado vial está cambiando en favor de un aumento de carriles para vehículos como patinetes eléctricos restringidas al tráfico. En esta línea, también es clave que se disponga de carriles independientes para autobuses y otros vehículos de transporte de ciudadanos.
Zonas de bajas emisiones
Una de las principales medidas que integran los protocolos es la que afecta directamente al tráfico rodado, limitando su acceso al centro de ciudades y reduciendo los límites de velocidad en determinadas áreas. Estas, denominadas como zonas de bajas emisiones (ZBE) son áreas, situadas en su mayoría en el centro de las ciudades en las que, para favorecer al eléctrico, se prohíbe el acceso a los vehículos más contaminantes para mejorar la calidad del aire.
Para ello, se tiene en cuenta el sistema de etiquetas de la Dirección General de Tráfico (DGT), pudiendo acceder solo los de Cero emisiones y ECO. Actualmente, en España se encuentran las de Madrid Central (área de 4,7 km cuadrados ocupando casi por completo el distrito centro de la ciudad).
También está la de Barcelona, que cuenta con un perímetro de más de 95 kilómetros cuadrados, que engloba a grandes rasgos el interior de las dos rondas y algunos municipios colindantes con la gran ciudad. La norma establece que, a partir de 2023, un buen número de ciudades españolas tendrá que contar con una zona de bajas emisiones. Estos son las poblaciones que apunta el artículo 14 de la ley.
- Municipios de más de 50.000 habitantes.
- Territorios insulares.
- Poblaciones de más de 20.000 habitantes que superen ciertos límites de emisiones.
Carreteras sostenibles
En esta carrera de fondo hacia la descarbonización, nuestras carreteras son una pieza clave para que la movilidad sea cada vez más sostenible. Y en este punto, son muchos los países que trabajan en la ecoeficiencia y la seguridad de las redes, entre ellos España (aunque a un ritmo más lento que los principales de Europa).
Así, hacia esta dirección, las carreteras del futuro, también denominadas como carreteras sostenibles, son una pieza clave para cumplir con los retos y objetivos de Desarrollo Sostenible que impactan directamente en el cambio climático. Por ello, las carreteras están llamadas a abandonar su papel pasivo como estructura del tráfico para convertirse en un elemento conectado con el vehículo, capaz de interactuar con el tráfico, reducir las emisiones, generar energía sostenible e incluso ocuparse de su propio mantenimiento, como pueden ser las recargas mientras se transita.
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