JuanC
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Las bicis eléctricas se han visto para todos en una herramienta muy bien dirigida para nuestros desplazamientos. Tanto para un uso más práctico de ejercicio como para movernos por la ciudad de una manera electrificada (y que nos ayudará en el impulso), estas bicicletas se presentan de buena forma en nuestros días, más teniendo la batalla de elección con los patinetes eléctricos. Ahora bien, ¿cuál es su funcionamiento?
Dejaron de ser una herramienta minoritaria de ocio para convertirse en una solución de movilidad urbana. Las bicis eléctricas viven actualmente y pese a la presión de los patinetes eléctricos una época dorada con más opciones que nunca al alcance de los clientes. Una nueva forma de moverse que, pese a que las más comunes se siguen dando con grandes resultados, a estas se les han añadido una serie de sistemas electrificados.
Las bicis eléctricas abren un nuevo mundo
Porque sí; la incesante incorporación de novedades dentro del sector de las bicicletas eléctricas obliga a los fabricantes a emplearse a fondo para brindar un valor añadido a las mismas. Estas, en su lugar, han hecho por abrir un nuevo mundo para muchos usuarios que ahora ven totalmente anuladas las limitaciones físicas que les impedían hacer algunas rutas o también que no podían salir con grupos de amigos con más nivel que ellos.
Así, este tipo de bicicleta nos da el equilibrio para combinar ejercicio y convertirse en nuestro vehículo porque, el gran inconveniente en estos casos, es llegar sudando y ésta es la gran ventaja del impulso eléctrico, minimizar los esfuerzos. Un aspecto que es en el que se basa toda esta manera de circular con ellas: la ayuda en el pedaleo, una decisión muy satisfactoria para muchos, incluso también para los más puristas.
Es un vehículo ecológico, que promociona el buen estado de forma de los usuarios y es una excelente alternativa a los que son contaminantes. Además, ocupa un espacio, tanto en la vía como en los lugares de aparcamiento, ínfimo respecto a un vehículo de cuatro ruedas. Y en ello, su funcionamiento es su mejor baza.
A qué se le considera bici eléctrica
Así, y en dirección al uso de los transportes alternativos, estas han ido en aumento en todas las ciudades. Ya sea de uso personal o de alquiler, se muestran como un fantástico tipo de vehículo para moverse de una forma práctica y con la que de igual forma que las más comunes, también permiten que realicemos ejercicio físico.
También conocidas como de pedaleo asistido, es aquella que cuenta con un motor para asistir al usuario mientras pedalea, reduciendo así al mínimo el esfuerzo que este debe realizar. Suele integrarse en el buje de la rueda delantera y su potencia no debe superar los 250W en la UE, según la Directiva Europea 2002/24/CE que las regula.
Esta ‘agilidad’ legal en el uso de la bicicleta eléctrica es, de hecho, uno de sus mayores atractivos, ya que el usuario puede gozar de todos los beneficios de la electromovilidad (disfrutar del pedaleo asistido mientras utiliza un medio de transporte limpio, barato y con muy pocos costes de mantenimiento).
Todo sin tener que invertir tiempo en la realización de trámites burocráticos que, también, suponen un mayor desembolso económico. Eso sí, a la hora de circular, no es posible hacerlo por la acera, sino que están obligadas a utilizar los carriles bici si están habilitados o, en el caso de que no haya, deberán ir por la calzada como el resto de vehículos a motor.
Cómo funcionan
Parte de cómo funcionan las bicis eléctricas requiere del nombrado pedaleo continuo. Ahí es donde el motor se activa a través de un sensor, en ocasiones donde se amerite de asistencia. Es decir, subidas y largas distancias, haciendo posible desplazarse por más tiempo evitando el cansancio y sudor excesivo, siendo útil para cualquier persona que tenga resistencia o no.
De todas maneras, es importante aclarar que el motor se activa previo al pedaleo siendo bastante controlable y seguro, alcanzando una velocidad máxima adecuada. Si este detecta que se ha dejado de pedalear, se apaga, al igual que frenando, dejando a un lado la posibilidad de que la bici se salga de control.
Al funcionamiento general de las bicicletas eléctricas, se les da el nombre de Pedelec o pedaleo asistido, por la razón de que no se activa sin el movimiento. Una vez que el sensor registra el pedaleo, el motor se acciona aportando fuerza según se requiera, haciendo un cálculo por la potencia del pedaleo. De igual forma, es posible desmontar la batería o apagarla por si se quiere usar de forma completamente manual o alcanzar otras velocidades.
Seguidamente, el motor de la bicicleta cuenta con una batería que es la que lo alimenta. Las baterías, que tienen una vida útil de unos dos años de media, se pueden extraer o se pueden cargar puestas. Se tienen que conectar a un cargador, que es el que se conecta a la red eléctrica. Normalmente, tienen una autonomía de entre 25 y 70 kilómetros, dependiendo del modelo que compremos. Estas son las partes que la conforman.
- La parte ‘ciclo’.
- La batería.
- El controlador de potencia.
- El motor eléctrico.
- El sensor de pedaleo y el acelerador.
- El sistema de control.
Ventajas a tener en cuenta
Como tal, y a diferencia de las convencionales, las bicis eléctricas (de pedaleo asistido o ‘e-bikes’), nos ayudan a avanzar en los momentos en que lo necesitamos, de manera que la pendiente más pronunciada se convierte en un suave paseo y no hace falta estar en forma para recorrer grandes distancias.
Además, es una de las maneras más ecológicas y baratas de movernos. Recargar una batería de bicicleta eléctrica de 36 V y 9 Ah nos costará unos 6 céntimos, permitiendo recorrer alrededor de 60 km en nivel medio de ayuda. Es así que recorrer un kilómetro en una bicicleta eléctrica es tres veces más económico que hacerlo en transporte público.
Y por supuesto, mucho más saludable porque te permite hacer un ejercicio graduable, suave y apto para cualquier edad. Hacia ello, contamos con diferentes ventajas en su uso. Algunas son totalmente propias, mientas que otras las han ido adquiriendo con las tecnologías más modernas.
Más ecológica
Este es un aspecto que gana enteros, más teniendo en cuenta que todo se dirige a este planteamiento. Dependiendo del mix eléctrico de la red de cada país -es decir, del porcentaje de energías renovables utilizado para su generación-, será más o menos sostenible en lo relativo a su carga. Pero su consumo eléctrico, aproximadamente de 1 kWh por cada 100 km, es tan reducido que no se considera. Por lo tanto, sí; las bicis eléctricas son ecológicas.
Lo que está claro es que no consume combustibles fósiles, tan escasos y contaminantes. Además, con la autonomía que tienen las bicicletas eléctricas -que pueden alcanzar los 100 km- no es necesario cargarlas todos los días, pues las distancias que vamos a recorrer en bicicleta no suelen alcanzar los 20 km diarios. La batería se puede cargar en cualquier enchufe. Y si no queremos meterla en casa, podemos extraer la batería y aparcarla como una bicicleta más. Además, al ser ecológica no tiene problemas para acceder a las ciudades en episodios de contaminación.
Aptas para cualquier edad y condición física
Uno de los puntos más completos y que las hacen más accesibles es que son para todos los públicos, Tanto para los más jóvenes como para los que son de edad avanzada. ¿El motivo? La mencionada asistencia al pedaleo. Esto hará, por su parte, que nos permite regular nuestro esfuerzo en cada momento.
Es así que el día que queramos realizar algún tipo de deporte o movernos simplemente, podemos desactivar la ayuda o ajustarla al mínimo. En el caso de las personas mayores, estas bicicletas son perfectas para los que sí necesitan una movilidad. Es por ello que si a esa edad ya no se tienen las piernas para mucha actividad, o no contamos con muchas ganas, lo mejor será colocar esa ayuda al máximo. Será la ‘e-bike’ la que nos llevará en volandas.
Del mismo modo, esta tampoco requiere estar en forma, por lo que nos pondrá en forma; poco a poco, te apetecerá hacer más kilómetros, te encontrarás mejor, te animarás a moverte más y con suerte, acabarás conociendo a un artista de cine que te quitará de trabajar.
Bajo consumo
Como contamos en el apartado de su ecologismo, estas bicis eléctricas presentan una de las ventajas más agradables en lo que a vehículos electrificado se refiere. Hablamos de un bajo consumo energético que las hace más llamativas, si cabe. Hablamos de un coste de carga que se encuentra entre los 6 y los 10 céntimos (si no se renueva en puntos de carga gratuitos).
Por lo tanto, el dinero que nos gastamos en carburar este vehículo es ínfimo en comparación con otros vehículos de motor. A este bajo consumo hay que sumarle la facilidad de retirarlas. Estas baterías están colocadas en la bicicleta de una forma sencilla, factor que favorece su extracción cuando la carga vaya a ser renovada.
Muy fiables
Una revisión al año suele ser suficiente para mantener tu eléctrica en perfecto estado. Es igual que cualquier bicicleta, porque los componentes específicos de la ‘e-bike’ no necesitan mantenimiento. Claro que habrá que cambiar la batería cada 5, 6 o 7 años, pero su degradación se produce gradualmente, así que avisa con tiempo.
Al mismo tiempo, lo cierto, es que la revisión de una bici es incomparablemente más económica que la de una moto o un coche y el molesto asunto de los pinchazos hace tiempo que se solucionó con el uso de las cámaras adecuadas.
Para distancias más largas
Este es un punto muy concreto y que realmente las realza ante, por ejemplo, los patinetes eléctricos, Y es que tienen un límite de velocidad con el que alcanzan los 25 km/h, y por el que la potencia nominal del motor está limitada a 250 W, ambos requisitos legales para poder circular con ellas.
Esta velocidad, junto con la asistencia al pedaleo, hacen que este vehículo sea el más rápido en ciudad. Es más; si tienes la ocasión, fíjate en las caras de los conductores cuando les adelantas. El pedaleo asistido convierte a la bicicleta eléctrica en una opción para distancias largas. Además, pese a ser un vehículo a motor, no requiere de licencia para su conducción, por lo que es una opción accesible para todo tipo de público. En general, tiene una autonomía de 32 a 160 kilómetros, dependiendo del modo de potencia, el terreno y otras condiciones, como la carga o el viento.
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