JuanC
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La proliferación por la elección de vehículos electrificados está tocando prácticamente la totalidad de los mismos, y entre ellos se encuentran los autobuses eléctricos. En su caso, estos son los últimos en llegar, pero de los que parece que van a ser uno de los grandes formatos en lo que a automóviles profesionales se refiere. Con varios y diferentes tipos ya circulando por nuestras ciudades, conocemos de qué tratan.
A lo largo de la historia se han visto numerosas formas de desplazarse. Vehículos variados, más altos, más grandes, más bajos, de combustible, diésel, gasolina, de pequeñas plazas… y ahora, también, eléctricos. Lo vemos de forma general con las distintas modalidades que vamos encontrando en la que es la movilidad electrificada, la misma que se está expandiendo de una forma notable por los diferentes países, tanto europeos como a nivel global.
Los autobuses y su transformación eléctrica
Y en ello, España puede decir que, aunque su camino va lento, lo están consiguiendo. Es verdad que todavía nos encontramos bastante por debajo de otros territorios que ya llevan más tiempo con ellos (incluso de los que recién empiezan). De todas formas, el transporte se ha visto también en la obligación de pasarse a las baterías, y ahí los autobuses eléctricos tienen una gran atención.
Es verdad que el sector del transporte ya lleva bastantes años detrás de esta técnica, con los trenes en su mayor parte con una combinación híbrida entre diésel y electricidad, y otros puramente eléctricos. Y ahí, ese camino también engloba a los autobuses, que han seguido el rumbo tanto a los coches como a los camiones (estos últimos aún por detrás).
Es palpable cómo los usuarios de los autobuses urbanos van a asistir en los próximos años a la transformación de los vehículos en los que realizan sus recorridos diarios. Algo en lo que las flotas compuestas por buses movidos por combustibles fósiles van a ir desapareciendo paulatinamente y serán sustituidas por otros que usan la electricidad. Pero, ¿cómo son y de qué tratan? ¿Existen más de un tipo?
De qué tratan
Con todo, no es nuevo que los autobuses eléctricos que circulan por nuestras ciudades empiezan a extenderse en un marco global en el que se ven tan importantes en la que es esta electrificación del transporte público. Así, el sector está muy involucrado en la descarbonización de la mano de los fabricantes. Ahora se abre una ventana de oportunidad para tomar velocidad, renovar parte de la flota y convertir esta en eléctrica.
Cada tipo de vehículo se distingue por el tipo de tecnología que los hace funcionar, la cual ofrece ventajas numerosas ventajas, como veremos a continuación. En este sentido tenemos que decir que este tipo de transporte se mueve directamente desde un sistema eléctrico del que forman parte sus motores (hay casos donde encontramos uno dos, o incluso, tres motores). Estos reciben la energía que llega a través de sus baterías.
Su funcionamiento lo ejercen desde las cargas de las mismas baterías. Lo que, al igual que los automóviles con este mecanismo, no producen contaminación atmosférica ni acústica. Para los fabricantes, construir vehículos de este calibre suponen verdaderos retos. Hablamos de medios pensados para realizar un uso intensivo y recorrer cientos de kilómetros diarios con mucha carga a sus espaldas (actualmente los hay con disposición de hacer trayectos por más de 540 km).
Algo a destacar, además, es que con estos autobuses eléctricos se pretende conseguir una mayor autonomía que ya se ha conseguido para los turismos, lo que en muchos casos haría también por transportar las tecnologías para aumentar las prestaciones del resto de vehículos urbanos. Como ya ocurre con los camiones, se conforman también con un renovado diseño de baterías. Un punto donde los fabricantes, independientemente de su tamaño y dimensiones, se dirigen para atacar el problema de emisiones contaminantes en los centros urbanos.
Qué ventajas aportan
¿Qué distancia puede recorrer un autobús eléctrico antes de tener que recargar la batería? La pregunta viene de forma natural cuando pensamos en los coches eléctricos, especialmente porque la esencia de tener un coche es la libertad de poder ir a cualquier parte, en cualquier momento.
Sin embargo, un autobús no va a cualquier parte en cualquier momento, va a un lugar concreto, a lo largo de un itinerario concreto y a una hora concreta, y repite lo mismo día tras día según un horario publicado. Una cuestión que, a la larga lo mantiene con una importante ventaja frente a los que pueden ser los coches utilitarios.
Esto nos lleva a diferentes campos donde pueden verse de una manera más conveniente. Entre ellos, que tienen muchos menos costes operativos, y aún pueden reducirse, que los autobuses tradicionales. Según los estudios como el de Bloomberg, además, el coste total de propiedad (TCO) de todas las configuraciones de autobús eléctrico es menor que el de los buses diésel. Pero hay varias más que los hacen hoy tan atractivos para el futuro.
- Menores costes de consumo. La electricidad resulta un combustible más económico que el diésel o gasolina, algo que será de especial utilidad para aquellos autobuses que recorran muchos kilómetros.
- Reducción de la contaminación. Con los autobuses eléctricos se rebaja drásticamente la polución emitida a la atmósfera
- No producen ruidos. Al igual que su ganancia medioambiental, su contaminación acústica no existe. Así, un bus convencional provoca una serie de ruidos debido a la combustión de su motor. En cambio, uno eléctrico resulta casi imperceptible al oído.
- Espacio mejor distribuido. El motor eléctrico ocupa menos espacio y es más versátil que los habituales motores de autobús. De este modo, el espacio queda mejor aprovechado y distribuido.
Utilizar medios de transporte públicos con cero emisiones también permite mejorar otros aspectos como la comodidad por las menores emisiones de ruido, incluso en tanto que la simplificación de elementos mecánicos permite, por ejemplo, que los usuarios puedan desplazarse con mayor confort en los vehículos.
Tipos y especificaciones
Nueve de cada diez líneas de transporte público puede ser de cero emisiones gracias a la electrificación: la razón está en la equiparación de prestaciones en condiciones reales de uso entre un autobús eléctrico y otro con motor diésel, ya que la autonomía está dejando de convertirse en una barrera.
Eso es algo en lo que se centran este tipo de movilidad. Y lo mejor es que no lo hace en una única dirección, sino que, en vistas de las nuevas tecnologías, podemos hacerlo a través de distintas modalidades. Actualmente tenemos tres que se basan en el propio sistema electrificado, pero del que su función varía de una a otra.
Aquí se engloban tres categorías: trolebuses, de carga lenta y de recarga rápida. Los tres se diferencian principalmente por su configuración motriz al tiempo que sus baterías pueden ser de mayor capacidad.
Trolebuses
Cuando hablamos de medios de transporte, existen muchos de ellos, algunos comunes y otros muy interesantes como el caso del trolebús. Conocido también con el nombre de trolley, este medio de transporte es un tipo de ómnibus que funciona con electricidad y que es alimentado por medio de cables colocados en la parte superior desde los cuales se obtienen la electricidad necesaria para su movimiento.
Este se diferencia notablemente del de baterías. Son los que utilizan energía eléctrica de cables suspendida por encima del transporte y que, además, usan neumáticos de goma para su correcto movimiento y transporte de personas.
Muy parecido a los tranvías, aunque los segundos funcionan sobre rieles en lugar de neumáticos. Su objetivo es el de funcionar como un medio de transporte para distancias que no sean excesivamente largas de un lugar a otro. Más flexibles, también se les conoce como autobuses eléctricos no autónomos, pues no tienen electricidad almacenada a bordo, alimentándose de una fuente externa de energía.
De carga lenta (AEB a baterías)
La siguiente es la más común y por la que más están apostando las ciudades para movilidad sostenible. Esta tecnología consiste en almacenar en las baterías a bordo suficiente energía para cubrir la operación del autobús en un día, esto es, entre 200 y 300 kilómetros.
El reto de la tecnología de baterías es balancear el peso con la capacidad de almacenaje de energía. Para cumplir con el kilometraje de una jornada estos autobuses eléctricos deben llevar a bordo baterías que pesan tres toneladas, lo cual, en un autobús de 100 pasajeros equivale a sacrificar capacidad para 40 pasajeros. De ahí que se vean con un tamaño más reducido del que acostumbramos.
De carga rápida (o ‘de recarga de oportunidad’)
Si bien los autobuses recorren al día entre 200 y 300 km diarios, lo hacen siempre repitiendo la misma ruta, la cual comprende una longitud entre 15 a 20 km generalmente. Es así que se instalan baterías para cumplir con autonomía suficiente para la operación con un margen de seguridad, permitiendo así minimizar el volumen, peso y costo de baterías a bordo, conservando el espacio para transporte de pasajeros.
De este modo, estas nuevas generaciones de baterías permiten autonomía de recargas entre 80 y 150 km. Lo ideal es cargar los autobuses por el tiempo disponible durante la noche e ir haciendo recargas cortas en terminal durante la operación. Es lo que ocurre con los que son de carga rápida, también denominados como de recarga de oportunidad).
Esta metodología es apropiada para operaciones intensas, de corto intervalo y horarios de servicio extendidos. Su diferencia es que el procedimiento de recarga rápida no se hace a través de enchufes, sino a través de estaciones de recarga rápida que tienen un mástil y un brazo mecánico (pantógrafo) que entra en contacto con rieles en el techo del autobús para la transmisión de electricidad en corriente directa.
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